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jueves, 20 de abril de 2017

Wolf 359

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Wolf_359
Wolf 359 (GJ 406)[1] es el nombre por el que se conoce a la cuarta estrella más cercana a nuestro Sol después del sistema estelar Alfa Centauri, la estrella de Barnard y el sistema Luhman 16. Está situada a tan solo 7,8 años luz (2,4 pársecs) en la constelación de Leo cerca de la eclíptica, al sur de Chertan (θ Leonis). De magnitud aparente +13,54,[1] resulta totalmente invisible al ojo humano sin ayuda óptica. Fue descubierta fotográficamente en 1918 por el astrónomo alemán Max Wolf. Ha sido la primera estrella distinta del Sol en la cual se ha observado el espectro de su corona desde un telescopio terrestre.[2]

Wolf 359 es una enana roja de tipo M5.5V[3] o M6.0V[4] con una temperatura superficial de 2800 ± 100 K.[5] Su masa se sitúa entre 0,07 y 0,1 masas solares[5] y su luminosidad es del orden de 2/100.000 de la de nuestro Sol. Al tener un diámetro equivalente al 13 % del diámetro solar,[6] si estuviese situada en el centro del sistema solar se necesitaría un telescopio para ver su forma redonda desde la Tierra.[7] Su velocidad de rotación proyectada es igual o inferior a 3 km/s,[8] completando una vuelta sobre sí misma en menos de 1,9 días.[6] Modelos de evolución estelar sugieren que es una estrella relativamente joven con una edad en el rango de 100 - 350 millones de años;[5] sin embargo, utilizando criterios cinématicos, Wolf 359 ha sido también clasificada como una estrella de disco vieja o de edad media.[9]
Wolf 359 es una estrella fulgurante que ocasionalmente aumenta su brillo de forma drástica, por lo que recibe la denominación, en cuanto a estrella variable, de CN Leonis. No obstante, las llamaradas en esta estrella no son tan frecuentes ni tan violentas como en Próxima CentauriUV Ceti o Kruger 60 B.[7]El valor medio de su campo magnético (Bf) es 2,2 kG, habiéndose advertido que varía de forma notable en noches sucesivas y que probablemente también lo hace en escalas de tiempo menores.[10] Durante una gran erupción observada en 2006, la emisión de rayos X excedió el valor normal en un factor ≈100, mientras que la temperatura y densidad aumentaron en más de un orden de magnitud en comparación a la corona quiescente. El plasma de la llamarada, que se piensa que consiste sobre todo de material evaporado de la cromosfera o fotosfera, tenía un contenido de hierro dos veces mayor que el habitual. A pesar de su amplitud, la llamarada fue de corta duración, en total menos de 25 minutos.[11]

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